Via Etnea |
Recta, recta, muy
recta y con casi 3 kilómetros de largo, la calle principal de Catania, la ViaEtnea, es un escenario abierto de edificios, iglesias y palacios, en su mayoría
barrocos.
Después del
desastroso terremoto de 1693, el duque de Camastra diseñó la ciudad partiendo
de la calle Uzeda, más tarde Stesicorea, Stesicoro-Etna y finalmente su nombre
actual: Etnea.
Desde su inicio,
en la puerta Uzeda, hasta que termina, en la rotonda Gioeni, la Via Etnea mide
2.766 metros, con un desnivel de 90 metros, aparentemente no disuasivo, pero
suficiente para fatigarse. Como dicen los cataneses “mejor hacerla en bajada”.
Desde plaza Cavour a la Villa Bellini
Partiendo desde
plaza Cavour, entre palmeras y jacarandaes, se llega al Jardín Botánico, el
cual posee varias plantas exóticas de grandes dimensiones. Más adelante se
encuentra la Villa Bellini, definida por Julio Verne como “uno de los jardines más bellos de Europa”, que alberga un
gigantesco Ficus magnolioides,
declarado monumento nacional. En frente de la entrada de la villa, en donde la
Via Etnea se cierra al tráfico, se puede ver una estatua de Garibaldi con una
particular historia. Encargada en 1888 por el gobierno de Montevideo, Uruguay,
a un escultor romano, fue rechazada por la ciudad uruguaya por el gran vientre
de la estatua, detalle que agradó a los cataneses.
A pocos pasos de
la Villa se encuentra el edificio de Correos, construido con motivos
neobarrocos, clásicos y decó.
Plaza Duomo y fuente del elefante |
Plaza Stesicoro
La existencia de
una Catania romana debajo de la Via Etnea fue revelada en el siglo XVIII,
cuando fue descubierto un anfiteatro romano, segundo por tamaño en Italia,
después del Coliseo, en la intersección de la Etnea con plaza Stesicoro. A la
izquierda de la plaza comienzan a verse los puestos de un gran mercado al aire
libre, en donde se pueden comprar frutas y verduras, hasta pescados, libros o
ropa interior.
Desde plaza Stesicoro hasta puerta Uzeda
Después de plaza
Stesicoro, comienza el tramo de la Via Etnea llamado, por algunos, la Champs
Elysées catanese, con muchos negocios tradicionales y marcas internacionales.
Superados los
Quattro Canti, la intersección de Etnea con la via de Sangiuliano (de
pronunciada pendiente y con coloridos laureles), se presenta el palacio
Biscari, suntuosa joya del ‘700, inmortalizado en la ficción Il Bell’Antonio basado en la novela de
Vitaliano Brancati, uno de los principales cultores de la Via Etnea y su vida.
Plaza Universidad |
Unos pasos más y
el panorama se expande, apareciendo la plaza Universidad y la plaza de la
Catedral. Esta última está flanqueada por la iglesia madre, el palacio
municipal, el palacio de los Chierici, la fuente del Amenano, puerta Uzeda y la
fuente del elefante; todo realizado con una homogeneidad y armonía propias del
genio Vaccarini. Es la representación del barroco, gracias al cual Catania se
convirtió en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Hola Eleonora, me gusta mucho tu blog, gracias a él puedo conocer Sicilia que me parece fascinante.
ResponderEliminarUn abrazo,
Eva.
Gracias María Eva. Tienes razón, Sicilia es fascinante y nunca deja de sorprenderte (en sentido positivo...y en negativo también).
ResponderEliminarTu blog es muy cálido y ya te sigo.
Saludos.
Eleonora