Con suculentos
banquetes para ofrecer a los pobres, procesiones y hogueras, los sicilianos
renuevan cada 19 de marzo la devoción por el humilde Santo.
Trabajador
incansable, protector de los pobres y huérfanos, la figura de San José encarna
los valores más auténticos y genuinos de la vida familiar y cotidiana. Debajo
de su manto protector, los sicilianos se refugian desde hace siglos en una de
las figuras más amadas de la tradición cristiana.
La devoción por
San José
Con la devoción
se renueva el mito de Deméter, diosa de la agricultura y los cultivos, que para
festejar el regreso a la tierra de la hija Perséfone, cada año restituía a la
naturaleza sus colores, donándole los frutos y las flores. Agradecidos por los
dones recibidos, la gente de Sicilia celebra a la diosa, adornando majestuosos
altares con panes y perfumadas hojas de laurel y mirto.
Hoy, los antiguos
ritos paganos de propiciación de la abundancia se han transformado en
ceremonias religiosas que celebran la prosperidad y las gracias recibidas.
Los altares de
San José
En las plazas y
en los hogares sicilianos, se ve la imagen de San José rodeado de comida,
símbolo típico de la tradición cristiana. Los altares están adornados con
panes, verdaderas esculturas de las más variadas formas, cuya preparación, por
tradición, corresponde a las mujeres.
El pan es un
alimento simple y humilde, pero fundamental, símbolo por excelencia de la
economía agrícola, de la abundancia y la providencia, y por esto es asociado al
Santo que representa la simpleza y la humildad.
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