Historia y leyenda se mezclan alrededor de este pequeño pueblo de la provincia de Enna, claro ejemplo de la capacidad del hombre de “modelar” la naturaleza con el objetivo de hacerla habitable y defensiva.
Ver hoy esta
población de apenas 4.000 habitantes, no explica su historia tan intensa. Desde
la antigüedad Gagliano ha participado de los acontecimientos más importantes de
Sicilia. Por su posición estratégica, entre el Val di Noto y el Val Demone, era
llamada la “puerta de los Erei”, lugar de intercambio de mercadería, pasaje
obligado de mercaderes y peregrinos, centro de comercio, tierra de armas y de
agricultura.
Terminada la
Segunda Guerra Mundial, como para todos los pueblos del interior de Sicilia, el
bienestar económico era un sueño. Miles de habitantes decidieron emigrar a
Alemania, Suiza, Bélgica y Holanda. En los años ’60, cuando se comenzaron a
explotar las riquezas, en Gagliano se encontraron petróleo y gas. Parecía ser
el momento del despegue. En 1962, el presidente del ENI (Ente Nacional de
Hidrocarburos) habló a la población gaglianese. Un discurso memorable, que aún
hoy muchos recuerdan con emoción: “Llamad a vuestros hombres, que vuelvan de
cualquier país extranjero en donde se encuentren, y díganles que finalmente hay
trabajo”.
Fue el inicio de
un sueño que duró pocas horas. Ese mismo día, el avión privado en el que
viajaba el presidente del ENI, se precipitó en la zona de Pavía.
En la actualidad,
el pueblo de Gagliano, para avanzar debe mirar atrás en la búsqueda de la
cultura de un tiempo; se regresó al trabajo artesanal, a la agricultura, a
trabajar de nuevo con la miel, con el cereal y las almendras; se retomó la cría
de ganado bovino y ovino y se comenzaron a producir salames, quesos, mermeladas
y licores.
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